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Viajando por mi tiempo a gran velocidad -Parte 1

Y LOS ELEGÍ PARA SIEMPRE

Bienvenidos nuevamente Peluseros,aqui les dejo ANECDOTAS,HISTORIAS,contadas por el mismo Miguel Calderon,conocido como El Rey Pelusa...

La canción que escuché en ese parque de diversiones era "Quieres conocer un secreto?", y se metió muy sigilosamente en mi corazón porque lo hizo sin que yo me diera cuenta... y sin que ni siquiera lo advirtiera habìa escuchado por primera vez a Los Beatles; esa canción fué la primera avanzada estratégica de una conquista que después serìa masiva en lo que a mi gusto musical se refiere. Estoy seguro que ahì empezó todo porque tal vez inconcientemente, descubrì que la música llegaba a mi corazón y ahì se quedaba. Aunque al principio escuchaba todo lo que venga, eso duró muy poco ya que lo mìo era escuchar lo mejor. Me dì cuenta enseguida que lo que les gustaba a mis amigos eran copias feas de lo que a mì me gustaba; copias de lo que yo amaba; copias de lo que a mì me estremecìa... y rápidamente cambié de lo común e insignificante a un tipo de música muy selecta que era la mejor cantada, la mejor interpretada y la mejor grabada; mis amigos continuaban escuchando en sus tocadiscos nuevos a Palito Ortega, Leonardo Favio y Leo Dan mientras yo, con mi oreja pegada a la radio a transistores- muy tarde por las noches-, trataba de sintonizar una emisora de Buenos Aires que tenìa el mejor de los programas que yo descubriera en ese entonces: "Música con Thompson & Williams"; ahì estaban todos los cantantes negros que para mi eran fabulosos; Wilson Picket, Otis Redding, Carla Thomas, Ray Charles, Aretha Franklin, James Brown...un tiempo después, yo también tuve mi tocadiscos Wincofón y pude al fin escuchar, estudiar y descubrir más profundamente a mis verdaderos y eternos héroes; Los Cuatro de Liverpool, Los Fabulosos Cuatro... Los Beatles!!!

A continuación todo fué transcurriendo rápidamente. Los primeros discos, la primera guitarra, los primeros amigos de barrios lejanos, las primeras salidas a clubes donde se escuchaba y bailaba solamente rock- qué maravilla!!-, el primer intento de formar un grupo con el Nenito Collella, Miguelito Beas y el petizo Sanchez. Recuerdo que esta idea no duró demasiado y pienso que simplemente no era su tiempo, además, yo andaba de aqui para allá buscando, escuchando, aprendiendo e integrando bandas a medio armar y debìa ser que no encontraba la que me hiciera pensar "ésta es para quedarse". Otro de los motivos que deben haber influìdo, es que habìa llegado la hora del Servicio Militar y la verdad es que no valìa la pena hacer planes, porque ese año estaba "agendado" y no habìa forma de eludir el compromiso. Los quince meses y medio que estuve haciendo de soldado pasaron relativamente rápido porque no puedo negar que una o dos veces, me divertì. Los primeros tres meses de instrucción militar fueron dale que te dale, mientras saltaba con el fusil, hacìa cuerpo a tierra, corria detras de los aviones que pasaban, me arrodillaba en terrenos con espinas, comìa una ìnfima parte de lo que realmente hubiera devorado, salìa a la plaza de armas en las noches de invierno con el colchón al hombro a hacer flexiones, me quedaba haciendo guardia los fines de semana - mientras la mayoria de mis compañeros salìa "franco" - o pasaba algunas horas en el calabozo por "piel de judas" según el encargado de la compañìa... durante unas horas al principio y a tiempo completo después, logré que me aceptaran en La Banda De Musica Y Guerra De La Escuela De Suboficiales De Aeronáutica. En realidad no tuve que pasar ningún exámen musical ni tener un currìculo a prueba de balas; todo lo que tenìa que decir era que me gustaba la música y bancarme que después de cada ensayo o actividad en la sala de la banda, debìa barrer, guardar los instrumentos, soportar el humor muy personal de los suboficiales músicos y mas tarde... al campo de instrucción!!! Oooootra vez a correr, saltar, sudar, comer tierra, arrodillarme en las espinas y todo eso con el tambor a cuesta, que dicho sea de paso habia que mantener im-pe-ca-ble!!!. Una prueba de que no hacìan falta conocimientos musicales, era que mis otros cinco compañeros no tenìan ni idea de lo que era un instrumento y comprobé que el sanjuanino Bustos era un experto en contar chistes, hacer muecas graciosas y caerles simpático a los suboficiales; el topo Gonzales era el pìcaro, el vivo, el chanta y enseguida hizo buenas migas con el sanjuanino; el gringo Sopeno venìa de trabajar en el campo, en la zona de Villa Marìa; el otro gringo, Canello, tambien venìa del campo, de Arroyito, creo y se dedicaba al tambo; "Cara de malito", que no recuerdo su apellido, tambien era de la provincia y no sé a qué se habìa dedicado hasta entonces pero lo que sì vimos, todos, era que tenìa aptitudes y rápidamente aprendió a hacer el "rulo" en el parche del tambor-cosa que los demás jamás logramos-. Este muchacho, una vez finalizado el reclutamiento se quedó en el servicio-junto con el topo y el sanjuanino- y fué Bastón Mayor llegando a ser, los tres, Suboficiales Principales; hasta donde yo me enteré. Como verán, el único que no mintió descaradamente fui yo, ya que en cierto momento habìa tomado dos, si, dos clases de bajo eléctrico en la "prestigiosa" Academia Andrada y tambien-como si no fuera suficiente con lo anterior- habìa soñado mas de una vez que tocaba la baterìa como el mejor... Qué mas querìan? NOTA: Academia Andrada, lugar donde supuestamente te enseñaban a tocar un instrumento.

Unos dìas antes de que me dieran de baja en el Servicio Militar, mis viejos se habìan mudado hacia el Sur de barrio Empalme. Ahì nomás, a dos cuadras del arco de entrada a Córdoba y sobre la calle Guandacol nos instalamos en el nuevo domicilio. Segunda mitad del año 1973, todavìa habìan calles de tierra en esa parte del barrio.El lechero pasaba todos los dias en su jardinera, igual que el que vendìa la achura para que coman los animalitos de la casa; también pasaban el verdulero y ... bueno, los panaderos no se arriesgaban a hacer lo mismo porque habia una panaderia en la esquina, ahi mismo, al frente de la casa en diagonal: La Reynita se llama todavìa. Al lado de mi casa vivìa una chica que estaba gran parte del dìa en mi cabeza y nada mas que para verla salir de su casa y ver cuando volvìa a entrar, yo salìa con mi guitarra y le hacìa creer a todo el que pasaba por allì que tenìa algún talento como instrumentista. Entre todos esos que pasaban por la vereda, estaba el Daniel Castillo que vivia, en ese entonces, hacia el norte, a unas cuatro o cinco cuadras de donde yo vivia, al frente del Club Suquia y de la plaza, donde, tal vez, quince o diez y ocho años antes, me tiraba en la reposera, con mi viejo, a mirar las estrellas. Fué uno de esos dias en que el Dani se acercó; charlamos un poco de la música que nos atraìa; tocó un rato con mi guitarra y casi nos hicimos amigos y digo "casi" porque era muy temprano, todavìa, para decir que ya lo éramos y además, porque el tipo en un momento de la charla se puso a afinar mi guitarra dándome a entender muy sutilmente, que yo era un sordo. La segunda vez, unos cuantos dias después, se apareció con alguien que me presentó como el cantor de su banda. Estuvimos en mi habitación tocando la viola y cuando se fué me invitó a ver y escuchar un ensayo del grupo. Fui no una, si no, infinidad de veces. Recuerdo que cuando los escuché por primera vez me sorprendieron porque eran lo mejor que habia visto y escuchado hasta ese momento, incluidos algunos de los conjuntos que ya estaban tocando en el circuito cordobés. Estos tenìan carisma y además, estaban organizados musicalmente, ya que uno de ellos, el Daniel, leìa y escribia música. Los integrantes eran: en el bajo y tambien ocasionalmente piano, que era su instrumento original, Daniel Castillo; en la baterìa, Chiche Sanchez; guitarra, Jorge Ludueña, un pequeño genio de quince o diez y seis años en ese momento y en la voz, Tato Paz ... ellos, los cuatro, se hacìan llamar, Piel De Angel.

 Año 1972. Inmediátamente después de "la colimba" me unì de una vez por todas a unos hermanos que vivìan en barrio San Martin, Cacho y Lali. Su padre, don Oscar Britos, era un reconocido músico cordobés autor y compositor de tango, del tango bien escrito y bien tocado. Este "Don", era un músico de verdad. Recuerdo que terminé en Enero o tal vez a mediados de Febrero`72 mi compromiso con la patria y ahì nomás, en época de carnaval, don Britos nos llevó de colados a tocar con él en el mismo escenario, pero no en el mismo momento en que él actuaba, no, él hacìa su rutina, solo... y nosotros la nuestra. El lugar era Huerta Grande en las sierras de Córdoba y ahì mismo estaba la Colonia de Vacaciones De Los Empleados Del Correo Argentino. Nuestro grupo se llamaba "Alfa Centauro" y éramos solo tres los integrantes; el Lali, que era el que más idea de la música tenìa, aprovechaba el órgano Capri-Dúo de doble teclado que su padre dejaba en el escenario y acompañaba, cantaba coros y también-como no tenìamos bajista-, hacìa esa parte con los pedales del instrumento. El Cacho era un espectáculo aparte; primera voz, acompañaba y tocaba todos los solos con su guitarra, además, era el único de los tres que no pensaba en el dinero ni en el éxito y la fama, a él, lo único que le interesaba... eran las chicas. Recuerdo cuando ensayábamos en el garage de su casa, el tipo se habìa provisto de un cable que fácilmente tendrìa entre diez y doce metros, a que no se imaginan para qué?. Si!!! para salir corriendo a la vereda cuando pasaba una chica y seguirla un par de metros diciéndole cosas al oìdo sin dejar de tocar la guitarra!!!.El Cacho era un tipo fuera de serie.
Con respecto a mi, el instrumento que yo "deshacìa" en ése grupo era la baterìa y además, tambien, cantaba algúno que otro coro. Otra cosa que me viene a la memoria de esos dìas es lo que la madre de estos chicos dijo de mi un dia que estábamos ensayando una canción: "...éste negro que es parecido a Horacio Salgán, canta afinado". Lo de "afinado" pasó sin que nadie le diera alguna importancia, pero lo de "parecido a don Horacio" me hizo imaginarme por un instante con el pelo corto bigotito y anteojos. Fue algo que me causó mucha risa para "mis adentros" y estoy seguro que les habrìa pasado lo mismo si vieran una foto mìa de esa época, en que mi vida y yo, nos desplazábamos debajo de una enorme parva de pelos.

Viajando por mi tiempo a gran velocidad - Parte 2

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